Siempre hay libros que nos encantan y que esperamos que algún día un buen productor los lleve a la pantalla... pero lo malo viene cuando ese libro que amamos es descompuesto y llevado al cine de manera truculenta. Sin embargo, también hay casos donde la película supera al libro, u ocasiones donde el libro y la película no tienen nada que ver.

Ayer, mientras arreglaba mi cuarto, encontré en el librero mis libros favoritos fuera de su lugar -y lo supe porque una de mis varias obsesiones es acomodar los libros favoritos por autor-. Decidí entonces que era momento de acomodar el librero porque además desde que acabó el semestre pasado no le metí mano y estaba patas para arriba -obvio, con el viaje quién se iba a acordar de acomodar libreros- quería sacar alguno para tirarme en la cama a leer uno. Total, al final me senté con "Como agua para chocolate " -sí, el de Laura Esquivel, el de Tita- en las manos y comencé a leerlo de nuevo. La verdad es que ya no me acordaba de muchas cosas... la primera vez lo leí en la secundaria producto de la herencia de una de mis tías -en realidad lo dejó olvidado en mi casa- y la segunda lo medio leí -porque a la semana entré a clases- en 3ª semestre de la carrera.

Me di la picada de mi vida... no me acordaba de las recetas, lo detallado del relato de amor, lo egoísta que es la madre de Tita, en fin... no me acordaba que fuera tan bueno. Sabía que era uno de mis favoritos y sabía que me había gustado la película, pero no me acordaba haberlo disfrutado tanto. Creo que la única ocasión en la que disfruté más la película que el libro fue en Breakfast at Tiffany's.

Si no lo han leído les recomiendo que lo hagan. No voy a recordarles que tengo poca habilidad para eso de la imaginación, pero sí les voy a decir que ha sido de los pocos libros que me han permitido remontarme a las recetas y sensaciones descritos por la autora.

Tengo más libros en la lista, pero después les contaré.