El amor de mi vida, el que verdaderamente tiene mi corazón -y creo que nunca me lo devolverá- una vez me preguntó que si creía en las almas gemelas.

En ese entonces, él y yo salíamos. Sin etiquetas. Sin discursos sobre el amor. Sin líneas escritas sobre lo que había que hacer o decir. Eramos lo que sentíamos. Aunque no hubiera de por medio un nombre. Era nuestra relación y punto.

Yo lo tenía seguro, o eso creía, y él me tenía segura. Y fue una tarde, como cualquiera, que soltó esa pregunta mientras caminábamos de regreso a casa. Para ser sinceros, nunca he sido cursi, pero él sacaba el lado más meloso de mi ser.

Lo único que pude contestarle es que las almas gemelas no siempre eran las que se parecían en todo a ti, sino aquellas que cerraban tu círculo. Es decir, aquellas que complementaban tu ser y que hacían que sus vidas encajaran como un rompecabezas.

Han pasado muchos años. También algunos hombres. Pero creo que alma gemela sólo hay una y la mía está vagando por ahí con un alma que no es la mía...

Te extraño. Te amo.