Hace unos días cumplí 24 años. De chica siempre pensaba que cuando tuviera veintitantos sería de lo más emocionante. Tendría un novio con el cual me casaría, sería una gran abogada, saldría todas las noches con amigos, viviría en un depa elegantísimo, etc.

La cosa es que ni tengo novio, ni soy abogada, ni salgo todas las noches y mucho menos vivo sola en mi propio depa. Aún así creo que estoy bien. Pero pensando en que en un año (bueno, días menos) estaré cumpliendo mi primer cuarto de siglo me he propuesto cumplir con algunos compromisos.

En un año todo puede pasar. Para prueba de ello este último año… Hace 365 días aún estaba en mi trabajo anterior. A punto de renunciar, me preguntaba si sería bueno cambiarme. Estaba entrando al último semestre. Me encontraba muy dolida por un hombre (ehm, hay cosas que no cambian…) y quería buscar algo que le diera un cambio drástico a mi vida. Lo logré. Mi vida es distinta a la que tenía hace un año (obvio hay cosas que permanecen inmóviles, lo cual agradezco, como mis amigos). Por eso me he propuesto nuevas metas.

Tengo 24 años y contrario a mi sentir cuando cumplí 20, estoy feliz y me siento más fuerte. Tal vez con problemas que no esperaba (ya compré mi primer crema antiarrugas) y con retos a los que no pensé enfrentarme, pero plena y llena de ganas por descubrir cosas nuevas.

En 363 días quiero verme en otro lugar, en otra etapa y con otros compromisos. Para mi este cumpleaños fue el inicio de mi cuenta regresiva. Tal vez al mundo le parezcan locas. Lo más seguro es que mi familia no las vea con buenos ojos. Probablemente no será sencillo. Pero a mi el mundo me parece apetecible y me lo quiero comer.